Envejecimiento y estrés oxidativo

Envejecimiento y estrés oxidativo

El estrés oxidativo es un desequilibrio entre los radicales libres y los antioxidantes en el cuerpo. Cuando hay más radicales libres presentes de los que los antioxidantes pueden mantener en equilibrio, los radicales libres pueden comenzar a dañar el tejido graso, el ADN y las proteínas, causando una serie de daños al organismo que pueden provocar enfermedades crónicas graves y acelerar el envejecimiento.

Índice

¿Qué es el estrés oxidativo?

El estrés oxidativo se produce cuando hay un desequilibrio entre los radicales libres y los antioxidantes que los controlan.

Los radicales libres son moléculas que contienen oxígeno y cuentan con un número impar de electrones (es decir, no todos están por parejas, sino que hay un electrón libre). Ese número impar les permite reaccionar fácilmente con otras moléculas.

Las células contienen pequeñas estructuras llamadas mitocondrias, que trabajan para generar energía en forma de trifosfato de adenosina (ATP). Las mitocondrias combinan oxígeno y glucosa para producir dióxido de carbono, agua y ATP. Los radicales libres surgen como subproductos de este proceso metabólico.

Los radicales libres pueden causar reacciones químicas en cadena grande porque reaccionan muy fácilmente con otras moléculas, reacciones que pueden ser beneficiosas o perjudiciales. Estas reacciones se denominan oxidación y es un proceso normal y necesario que tiene lugar en el cuerpo.

Mientras que los antioxidantes son moléculas que pueden donar un electrón a un radical libre sin volverse a su vez inestables ni convertirse en radicales libres. Esto hace que el radical libre se estabilice y se vuelva menos reactivo, causando menos daños. Los ejemplos de antioxidantes incluyen las vitaminas A, C y E.

Sin embargo, cuando hay un desequilibrio entre la actividad de los radicales libres y la actividad antioxidante, se produce el estrés oxidativo.

Pero no solo se produce con los radicales libres, sino con todas especies reactivas de oxígeno (ROS, por sus siglas en inglés, Reactive Oxygen Species) y la capacidad del cuerpo para desintoxicar o neutralizar estos compuestos dañinos. Las ROS son moléculas altamente reactivas que contienen oxígeno y se generan de manera natural como subproductos del metabolismo celular. Algunas de las ROS más comunes incluyen los radicales libres como el superóxido, el peróxido de hidrógeno y el ion hidroxilo.

En condiciones normales, el cuerpo puede controlar y neutralizar estas ROS para prevenir daños celulares. Sin embargo, cuando el equilibrio se rompe y la producción de ROS supera la capacidad de eliminación del cuerpo, se produce el estrés oxidativo. Esto puede resultar en daño a las moléculas celulares, incluyendo lípidos, proteínas y ácidos nucleicos (ADN y ARN), lo que a su vez puede contribuir al envejecimiento celular y a una variedad de enfermedades.

Cuando esto ocurre, los radicales libres pueden comenzar a dañar el tejido graso, el ADN y las proteínas del cuerpo. Las proteínas, los lípidos y el ADN constituyen una gran parte de nuestro cuerpo, por lo que el daño puede conducir a una gran cantidad de enfermedades:

- Diabetes mellitus tipo 2

- Ateroesclerosis

- Inflamación

- Hipertensión arterial

- Enfermedades cardiovasculares

- Enfermedades neurodegenerativas como Parkinson o Alzheimer

- Cáncer

- Envejecimiento

Efectos del estrés oxidativo en el organismo

Los efectos del estrés oxidativo varían y no siempre son dañinos. Por ejemplo, el estrés oxidativo resultante del ejercicio físico o la actividad puede tener efectos reguladores beneficiosos en el organismo.

El ejercicio aumenta la formación de radicales libres, causando un estrés oxidativo temporal en los músculos que ayuda al crecimiento de los tejidos y a la producción de antioxidantes, por lo que es beneficioso.

El estrés oxidativo leve también puede proteger al cuerpo de infecciones y enfermedades. En un estudio, los investigadores descubrieron que el estrés oxidativo limitaba la propagación de las células cancerosas del melanoma en ratones.

Sin embargo, como decíamos, el estrés oxidativo crónico o acumulado termina causando daño a las células, las proteínas y el ADN. Esto puede contribuir al envejecimiento y puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de una variedad de afecciones, especialmente inflamación y enfermedades neurodegenerativas.

- Inflamación crónica. El estrés oxidativo puede causar inflamación crónica. Las infecciones y las lesiones desencadenan la respuesta inmunitaria del cuerpo. Las células inmunes llamadas macrófagos producen radicales libres mientras luchan contra los gérmenes invasores. Estos radicales libres pueden dañar las células sanas y provocar inflamación.

En circunstancias normales, la inflamación desaparece después de que el sistema inmunológico elimina la infección o repara el tejido dañado.

Sin embargo, el estrés oxidativo también puede desencadenar la respuesta inflamatoria que, a su vez, produce más radicales libres que pueden conducir a un mayor estrés oxidativo, formando un círculo vicioso.

Esta inflamación crónica debida al estrés oxidativo aumenta el riesgo de desarrollar algunas enfermedades como ladiabetes, enfermedades cardiovasculares y artritis.

- Enfermedades neurodegenerativas. Los efectos del estrés oxidativo pueden contribuir a varias afecciones neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson.

El cerebro es particularmente vulnerable al estrés oxidativo porque las células cerebrales necesitan mucho oxígeno para funcionar. De hecho, según una revisión de 2018, el cerebro consume el 20 por ciento de la cantidad total de oxígeno que el organismo necesita para sus funciones. 

Las células del cerebro utilizan oxígeno para realizar diferentes actividades metabólicas intensas y, en este proceso, se producen radicales libres. Sin embargo, son beneficiosos ya que ayudan al crecimiento de las neuronas, la neuroplasticidad y el funcionamiento cognitivo.

Al producirse el estrés oxidativo, el exceso de radicales libres puede dañar las estructuras de las células cerebrales e incluso causar la muerte celular, aumentando el riesgo de la enfermedad de Parkinson.

El estrés oxidativo también altera proteínas esenciales, como los péptidos beta-amiloides. Según una revisión sistemática de 2018, el estrés oxidativo puede modificar estos péptidos de manera que contribuya a la acumulación de placas amiloides en el cerebro. Este es un marcador clave de la enfermedad de Alzheimer.

Factores que aumentan el estrés oxidativo

Todo el mundo produce algunos radicales libres de forma natural a través de procesos como el ejercicio o la inflamación. Esto es normal y forma parte del intrincado sistema del cuerpo para mantenerse sano ya que los radicales libres ayudan, entre otras cosas, a liberarse de ciertos patógenos que causan enfermedades.

El problema, como decíamos, es que se produzca un desequilibrio de los radicales libres, lo cual puede suceder por diversas razones:

- sustancias tóxicas como ciertos pesticidas y limpiadores

- tabaco

- radiación

- polución

- dieta rica en azúcar, grasas y alcohol

- obesidad

- edad. Cuando el organismo envejece, los mecanismos de control del estrés oxidativo dejan de funcionar correctamente.

¿Cómo evitar el estrés oxidativo?

Es imposible evitar por completo la exposición a los radicales libres y el estrés oxidativo ya que, como decíamos, forman parte natural de los procesos del organismo. Sin embargo, hay cosas que podemos hacer para minimizar sus efectos. Lo principal es aumentar los niveles de antioxidantes para disminuir la formación de radicales libres.

Una forma de aumentar los antioxidantes es mediante la dieta. Comer varias porciones al día de una variedad de frutas y verduras es la mejor manera de proporcionar al organismo antioxidantes. Algunas frutas y verduras ricas en antioxidantes son bayas, cerezas, cítricos, pasas, verduras de hoja verde, brócoli, zanahorias, tomates, aceitunas.

Otras fuentes de antioxidantes en la dieta son pescado, frutos secos, cúrcuma, té verde, cebolla, ajo, canela.

Además, existen otras medidas aparte de la dieta que nos ayudan a prevenir o reducir el estrés oxidativo:

- Realizar una rutina de ejercicios moderada y regular. Esto se ha asociado con niveles más altos de antioxidantes naturales y una disminución del daño causado por el estrés oxidativo. El ejercicio regular se ha relacionado con una mayor esperanza de vida, menos efectos del envejecimiento y un menor riesgo de cáncer y enfermedades.

- No fumar y evitar la exposición al humo del tabaco.

- Tener cuidado con los productos químicos. Esto incluye productos químicos de limpieza, evitar la exposición innecesaria a la radiación y estar al tanto de otras fuentes de exposición química, como los pesticidas que se usan en los alimentos o en la jardinería.

- Cuidar el medio ambiente. Las iniciativas respetuosas con el medio ambiente, como el uso compartido del automóvil, ayudan a reducir la producción de radicales libres para toda la comunidad.

- Usar protector solar. El protector solar evita que la luz ultravioleta dañe la piel.

- Disminuir el consumo de alcohol.

- Dormir lo suficiente. Dormir bien es muy importante para mantener el equilibrio en todos los sistemas de su cuerpo. La función cerebral, la producción de hormonas, el equilibrio de antioxidantes y radicales libres, etc.

- Evitar comer en exceso. Los estudios han demostrado que comer en exceso y comer constantemente mantiene el cuerpo en un estado de estrés oxidativo con más frecuencia que si se come a intervalos adecuadamente espaciados y con porciones pequeñas o moderadas.

- A continuación de lo anterior: implementar el ayuno intermitente en tu rutina nutricional. Proporcionar un descanso digestivo y favorecer procesos de reciclaje y reparación celular mediante ayuno intermitente reduce la inflamación y el daño oxidativo.

- Incluir en nuestra dieta suplementos antienvejecimiento. 

 

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Ideas clave

  • El estrés oxidativo se produce cuando hay un desequilibrio entre los radicales libres y los antioxidantes que los controlan.
  • Cuando hay más radicales libres presentes de los que los antioxidantes pueden mantener en equilibrio, los radicales libres pueden comenzar a dañar el tejido graso, el ADN y las proteínas del cuerpo. Las proteínas, los lípidos y el ADN constituyen una gran parte de nuestro cuerpo, por lo que el daño puede conducir a una gran cantidad de enfermedades.
  • Los efectos del estrés oxidativo varían y no siempre son dañinos. Por ejemplo, el estrés oxidativo que resulta de la actividad física puede tener efectos reguladores beneficiosos en el cuerpo. El estrés oxidativo leve también puede proteger al cuerpo de infecciones y enfermedades.
  • Sin embargo, el estrés oxidativo a largo plazo daña las células, las proteínas y el ADN del cuerpo. Esto puede contribuir al envejecimiento y puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de una variedad de afecciones, especialmente inflamación y enfermedades neurodegenerativas.
  • El desequilibrio de los radicales libres se puede producir por ciertas sustancias tóxicas, tabaco, radiación, polución, dieta rica en azúcar, grasas y alcohol, obesidad o envejecimiento.
  • Para evitar el estrés oxidativo debemos comer varias porciones al día de una variedad de frutas y verduras es la mejor manera de proporcionar al organismo antioxidantes. Algunas frutas y verduras ricas en antioxidantes son bayas, cerezas, cítricos, pasas, verduras de hoja verde, brócoli, zanahorias, tomates, aceitunas.
  • Además de la dieta, hay que hacer ejercicio físico de manera regular, no fumar, tener cuidado con los productos químicos, cuidar el medio ambiente, usar protector solar, consumir poco alcohol, dormir bien, no comer en exceso e implementar el ayuno intermitente en nuestra rutina habitual. 

Enfermedades relacionadas

Fuente:

 
  • Piskounova, E., Agathocleous, M., Murphy, M. et al. Oxidative stress inhibits distant metastasis by human melanoma cells. Nature 527, 186–191 (2015). https://doi.org/10.1038/nature15726
   
  • Cheignon C, Tomas M, Bonnefont-Rousselot D, Faller P, Hureau C, Collin F. Oxidative stress and the amyloid beta peptide in Alzheimer's disease. Redox Biol. 2018 Apr;14:450-464. doi: 10.1016/j.redox.2017.10.014.

Redacción: Irene García

Supervisión editorial: Tomás Duraj

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