¿Cómo influye la inflamación del organismo en la depresión?

¿Cómo influye la inflamación del organismo en la depresión?

Muchos estudios muestran que la inflamación está relacionada con el desarrollo de la depresión. Sin embargo, la heterogeneidad de la depresión dificulta los esfuerzos por comprender, prevenir y tratar esta enfermedad. Este estudio muestra que la inflamación puede desempeñar un papel en la reacción exagerada a la información negativa, las respuestas de recompensa alteradas y los síntomas físicos que llevan a los trastornos depresivos.

Índice

Aumento de los casos de depresión

En las últimas décadas, la prevalencia de los trastornos de salud mental ha ido en aumento y constituye un importante problema de salud pública. La prevalencia mundial actual de la depresión se estima en 350 millones. Según la Organización Mundial de la Salud, más de una cuarta parte de los adultos europeos ha experimentado trastornos psicológicos. Por lo tanto, es importante determinar nuevas medidas preventivas o estrategias para reducir el desarrollo de la enfermedad.

Los procesos multifactoriales, que probablemente involucren factores biológicos, sociales, genéticos y ambientales, contribuyen a la salud mental y el bienestar del individuo. Cada vez se presta más atención a la posible contribución de los comportamientos de estilo de vida modificables (como la dieta habitual) al desarrollo de trastornos comunes de salud mental. Además, el campo emergente de la psiquiatría nutricional ya no se centra en nutrientes o alimentos específicos, sino que dirige su atención a la relación entre los patrones alimentarios y la salud mental.

¿Cómo influye la dieta en la salud mental?

Los patrones de alimentación saludables, como las dietas noruega y mediterránea, que se caracterizan por un alto consumo de frutas, verduras, cereales integrales, pescado y carnes magras, se asocian con una menor probabilidad de depresión. Mientras que las personas con dietas poco saludables o de estilo occidental tienen un mayor riesgo de depresión, que generalmente se caracteriza por un gran consumo de productos ricos en energía, altos en grasa y azúcar, carne roja y procesada, granos refinados y alcohol.

Los patrones alimentarios y la calidad de la dieta también están relacionados con el bienestar, la ansiedad y el estrés, lo que sugiere que los mecanismos biológicos que sustentan la dieta relacionada con la salud van más allá de los síntomas depresivos.

La inflamación se ha propuesto como la base del mecanismo que relaciona la dieta con la salud mental. Cada vez hay más pruebas de que la depresión está relacionada con mayores concentraciones de citocinas proinflamatorias. Así, un metanálisis reciente de citocinas y quimiocinas en la depresión mayor confirmó que las concentraciones de factor de necrosis tumoral A (TNF-A) e interleucina-6 (IL-6), como así como otras citocinas y quimiocinas, se elevaron significativamente en pacientes con trastorno depresivo mayor (TDM).

En la actualidad, estudios relevantes han informado que existe una asociación entre el potencial inflamatorio de la dieta habitual y la salud mental, pero el mecanismo específico aún no ha llegado a una conclusión consistente.

En los últimos años se ha desarrollado el Dietary Inflammatory Index (DII) para caracterizar una dieta continua del individuo desde máximo antiinflamatorio hasta proinflamatorio. Hasta ahora, DII se ha asociado con CRP, IL-6 y TNF-a. Hasta la fecha, solo tres estudios han examinado la relación entre DII y depresión; todos han informado que aquellos con las dietas más proinflamatorias tienen un mayor riesgo de depresión.

Una gran cantidad de literatura muestra que, en comparación con el grupo de control, algunos pacientes con depresión tienen una mayor expresión de proteínas y genes inflamatorios en tejidos periféricos y líquido cefalorraquídeo (LCR), y un aumento de proteínas de fase aguda, quimiocinas y moléculas de adhesión en sangre periférica. Un metaanálisis de estos documentos ha determinado que los biomarcadores inflamatorios más fiables para la depresión son el aumento de las citocinas inflamatorias en sangre periférica, el factor de necrosis tumoral (TNF) y la interleucina (IL)-6, y el aumento de la proteína C reactiva de la proteína de fase aguda. Finalmente, en comparación con la población general, en la lista de síntomas comunes, los individuos no deprimidos con enfermedades inmunológicas primarias mostraron una incidencia significativamente mayor de síntomas de anhedonia.

¿Influye la inflamación en los síntomas de depresión?

Los pacientes con depresión muestran una amplia gama de manifestaciones clínicas, incluidos síntomas cognitivos y autonómicos. Es importante destacar que estos síntomas pueden diferir en sus causas biológicas y deconstruir la depresión en síntomas específicos puede proporcionar información valiosa sobre la neurobiología subyacente.

Un estudio ha realizado una revisión narrativa de la literatura existente (21 estudios) para aclarar si el vínculo entre la depresión y la inflamación tiene síntomas específicos. En general, existe evidencia de que existe una asociación entre los síntomas neurovegetativos de la depresión y la inflamación, independientemente de los síntomas cognitivos. Este no es el caso de los síntomas cognitivos y la inflamación. También hay alguna evidencia de que existen diferencias de género en la dirección de la relación entre la depresión y la inflamación.

Al mismo tiempo, un metanálisis de 22 estudios mostró que los niveles de CRP y de citocinas inflamatorias IL-6 están significativamente correlacionados positivamente con el riesgo de depresión concurrente. La inflamación (medida por PCR o IL-6) puede predecir una futura depresión. Esto sugiere que puede haber una relación bidireccional entre la depresión y los estados proinflamatorios.

Se han informado biomarcadores elevados de inflamación sistémica en personas con deterioro cognitivo; sin embargo, la mayor parte de la literatura involucra análisis transversales con resultados mixtos. Un estudio que investigó la etiología de esta asociación realizó un metanálisis de estudios prospectivos que examinaron la asociación entre la interleucina-6 inicial (IL-6), un marcador establecido de inflamación periférica y el riesgo de deterioro cognitivo durante el seguimiento en adultos sin demencia.

Al mismo tiempo, la intervención basada en mindfulness (MBI) tiene un impacto positivo en la salud mental de diferentes poblaciones. Un estudio examinó los efectos de la MBI en un biomarcador psiquiátrico utilizado para resumir los efectos de la inflamación de bajo grado.

Los resultados mostraron que MBI mostró un efecto bajo, pero significativo, en los resultados de salud asociados con biomarcadores inflamatorios de bajo grado.

Otros índices relacionados con la dieta y la depresión

1. El enfoque dietético para detener la hipertensión (DASH): se basa en siete componentes, con las cuatro ingestas más altas consideradas ideales (verduras, frutas, granos enteros y legumbres) y tres componentes, con evitación o ingestas mínimas, consideradas ideales (conversión y carne roja, bebidas dulces y sodio).

Cada vez hay más pruebas de que existe una relación entre la depresión y la presión arterial alta. Los hábitos de estilo de vida poco saludables, como el alto consumo de energía y la mala alimentación, fumar y beber, y la falta de ejercicio físico, son factores de riesgo para la depresión y la presión arterial alta. Además, la depresión y la hipertensión están relacionadas con el desequilibrio de la señalización de la actividad redox y el aumento de la respuesta inmunoinflamatoria. Estas enfermedades pueden conducir a una activación excesiva del eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal, lo que lleva a una mayor secreción del factor liberador de corticotropina, corticotropina y cortisol. Estos factores de riesgo conocidos son el aumento de la presión arterial y los síntomas depresivos. El estrés oxidativo y la inflamación leve también pueden causar disfunción del sistema nervioso autónomo, incluido el aumento de la actividad nerviosa simpática y la disminución de la actividad nerviosa parasimpática, y promover la presión arterial alta y la depresión. Además, debido al papel de las células endoteliales en la producción de factores neurotróficos, la disfunción endotelial se considera un factor de riesgo para la depresión. La disfunción endotelial también es un factor de riesgo para la hipertensión arterial porque puede conducir a un aumento de la presión arterial y el endotelio vascular puede adquirir propiedades proinflamatorias.

El plan de dieta Diet to Stop High Blood Pressure (DASH), que incluye seguir una dieta rica en frutas, verduras y productos lácteos bajos en grasas, así como bajos en SFA y carnes rojas, es eficaz para reducir los marcadores inflamatorios y el riesgo cardiovascular, incluyendo la presión arterial y los lípidos en la sangre.

Cumplir con la dieta DASH no solo puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en hombres y mujeres, sino también reducir el riesgo de deterioro de la función renal y mortalidad por todas las causas. En comparación con la dieta convencional, la adherencia a la dieta DASH puede mejorar efectivamente los biomarcadores inflamatorios séricos circulantes en adultos y promover la formación de un entorno antiinflamatorio sistémico, al mismo tiempo, también puede reducir el riesgo de metabolismo agregado en mujeres de edad avanzada. En consecuencia, puede ser una estrategia valiosa para inhibir el proceso inflamatorio y evitar la depresión.

2. El Índice Alternativo de Alimentación Saludable: se basa en 11 ingredientes, de los cuales seis se consideran ideales para su máxima ingesta (verduras, frutas, cereales integrales, frutos secos y legumbres, grasas omega-3 de cadena larga (DHA y EPA) y ácidos grasos poliinsaturados) y uno se considera ideal para una ingesta moderada (alcohol). Cuatro ingredientes para evitar o minimizar se consideran ideales (bebidas azucaradas y jugos de frutas, carnes rojas y procesadas, grasas trans y sodio).

Los estudios prospectivos han demostrado que, según lo medido por el Índice de Alimentación Saludable Alternativa (AHEI), la adherencia a un patrón de alimentación saludable se asocia con un menor riesgo de recurrencia de los síntomas depresivos en las mujeres, pero no en los hombres. Esta asociación favorable se atribuye a los componentes de AHEI, que incluyen verduras, frutas y la proporción de PUFA/SFA.

El alto contenido de ácido fólico, vitaminas B y antioxidantes en una dieta saludable puede reducir el daño del estrés oxidativo a las neuronas. Debido a la relación entre niveles elevados de biomarcadores inflamatorios y síntomas depresivos, se ha demostrado que las propiedades antiinflamatorias de los alimentos contenidos en AHEI reducen la concentración de monoaminas. Además, los altos niveles de PUFA y ácidos grasos n-3 presentes en el pescado azul y otros componentes del AHEI son otros posibles mecanismos.

3. La puntuación relativa de la dieta mediterránea: los ingredientes “ideales” incluyen granos, vegetales (excluyendo patatas), frijoles, frutas y nueces, pescado fresco, aceite de oliva y un consumo moderado de alcohol. A su vez, los ingredientes indeseables incluyen carne y productos lácteos.

La dieta mediterránea se caracteriza por un alto consumo de aceite de oliva, cereales integrales y alimentos vegetales, un bajo consumo de grasas saturadas y azúcares, y un consumo moderado de pescado, lácteos y vino tinto, se considera uno de los mejores modelos de dieta saludable y evita las enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes, síndrome metabólico, inflamación y estrés oxidativo, y los efectos beneficiosos de las tasas de mortalidad general. En particular, la evidencia reciente sugiere que la inflamación y el estrés oxidativo pueden constituir vías potenciales para un vínculo potencial entre la dieta y la depresión. Esto está respaldado por varios estudios que reportan una asociación significativa entre el potencial inflamatorio de la dieta y la depresión o síntomas depresivos.

Se han propuesto muchos enfoques posibles para explicar el vínculo entre la dieta y la depresión, incluida la inflamación, el estrés oxidativo y la regulación de la síntesis de neurotransmisores. Los estudios epidemiológicos informan una correlación negativa entre el cumplimiento de la DM y los niveles de marcadores de inflamación y estrés oxidativo. Específicamente, la inflamación es el resultado de un desequilibrio entre los mediadores proinflamatorios y antiinflamatorios. En el cerebro, las citoquinas proinflamatorias, como IL-6 y TNF-α, afectan a casi todas las vías involucradas en la fisiopatología de la depresión, como cambios en la expresión de neurotransmisores, función neuroendocrina y plasticidad sináptica.

En resumen, un creciente cuerpo de evidencia respalda el uso potencial de las intervenciones dietéticas como tratamientos complementarios para los trastornos mentales. Esta revisión identificó muchas maneras en que la dieta puede afectar la salud mental. Estos incluyen vías que regulan la inflamación, el estrés oxidativo, la disfunción mitocondrial, la microbiota intestinal, el metabolismo del triptófano-quinurenina, el eje HPA, la neurogénesis y el BDNF, la epigenética y la obesidad. La investigación destaca el potencial de restringir las dietas proinflamatorias y/o apoyar las dietas antiinflamatorias para reducir el riesgo de depresión.

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Ideas clave

  • En las últimas décadas, la prevalencia de los trastornos de salud mental ha ido en aumento y constituye un importante problema de salud pública.
  • Los procesos multifactoriales, que probablemente involucren factores biológicos, sociales, genéticos y ambientales, contribuyen a la salud mental y el bienestar del individuo. Cada vez se presta más atención a la posible contribución de los comportamientos de estilo de vida modificables (como la dieta habitual) al desarrollo de trastornos comunes de salud mental.
  • Los patrones de alimentación saludables, como las dietas noruega y mediterránea, que se caracterizan por un alto consumo de frutas, verduras, cereales integrales, pescado y carnes magras, se asocian con una menor probabilidad de depresión. Mientras que las personas con dietas poco saludables o de estilo occidental tienen un mayor riesgo de depresión, que generalmente se caracteriza por un gran consumo de productos ricos en energía, altos en grasa y azúcar, carne roja y procesada, granos refinados y alcohol.
  • La inflamación se ha propuesto como la base del mecanismo que relaciona la dieta con la salud mental. Cada vez hay más pruebas de que la depresión está relacionada con mayores concentraciones de citocinas proinflamatorias.
  • Una gran cantidad de literatura muestra que, en comparación con el grupo de control, algunos pacientes con depresión tienen una mayor expresión de proteínas y genes inflamatorios en tejidos periféricos y líquido cefalorraquídeo (LCR), y un aumento de proteínas de fase aguda, quimiocinas y moléculas de adhesión en sangre periférica.
  • Un estudio ha realizado una revisión narrativa de la literatura existente (21 estudios) para aclarar si el vínculo entre la depresión y la inflamación tiene síntomas específicos. En general, existe evidencia de que existe una asociación entre los síntomas neurovegetativos de la depresión y la inflamación, independientemente de los síntomas cognitivos. Este no es el caso de los síntomas cognitivos y la inflamación. También hay alguna evidencia de que existen diferencias de género en la dirección de la relación entre la depresión y la inflamación.
  • El enfoque dietético para detener la hipertensión (DASH): se basa en siete componentes, con las cuatro ingestas más altas consideradas ideales (verduras, frutas, granos enteros y legumbres) y tres componentes, con evitación o ingestas mínimas, consideradas ideales (conversión y carne roja, bebidas dulces y sodio). Cada vez hay más pruebas de que existe una relación entre la depresión y la presión arterial alta. Los hábitos de estilo de vida poco saludables, como el alto consumo de energía y la mala alimentación, fumar y beber, y la falta de ejercicio físico, son factores de riesgo para la depresión y la presión arterial alta. Además, la depresión y la hipertensión están relacionadas con el desequilibrio de la señalización de la actividad redox y el aumento de la respuesta inmunoinflamatoria.
  • El Índice Alternativo de Alimentación Saludable: se basa en 11 ingredientes, de los cuales seis se consideran ideales para su máxima ingesta (verduras, frutas, cereales integrales, frutos secos y legumbres, grasas omega-3 de cadena larga (DHA y EPA) y ácidos grasos poliinsaturados) y uno se considera ideal para una ingesta moderada (alcohol). Los estudios prospectivos han demostrado que, según lo medido por el Índice de Alimentación Saludable Alternativa (AHEI), la adherencia a un patrón de alimentación saludable se asocia con un menor riesgo de recurrencia de los síntomas depresivos en las mujeres, pero no en los hombres.
  • La puntuación relativa de la dieta mediterránea: los ingredientes “ideales” incluyen granos, vegetales (excluyendo patatas), frijoles, frutas y nueces, pescado fresco, aceite de oliva y un consumo moderado de alcohol. A su vez, los ingredientes indeseables incluyen carne y productos lácteos. La dieta mediterránea se caracteriza por un alto consumo de aceite de oliva, cereales integrales y alimentos vegetales, un bajo consumo de grasas saturadas y azúcares, y un consumo moderado de pescado, lácteos y vino tinto, se considera uno de los mejores modelos de dieta saludable y evita las enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes, síndrome metabólico, inflamación y estrés oxidativo, y los efectos beneficiosos de las tasas de mortalidad general.
  • En resumen, un creciente cuerpo de evidencia respalda el uso potencial de las intervenciones dietéticas como tratamientos complementarios para los trastornos mentales. Esta revisión identificó muchas maneras en que la dieta puede afectar la salud mental. Estos incluyen vías que regulan la inflamación, el estrés oxidativo, la disfunción mitocondrial, la microbiota intestinal, el metabolismo del triptófano-quinurenina, el eje HPA, la neurogénesis y el BDNF, la epigenética y la obesidad.

Enfermedades relacionadas

Fuente: Li R, Zhan W, Huang X, Liu Z, Lv S, Wang J, Liang L, Ma Y. Association of Dietary Inflammatory Index (DII) and Depressive Disorders. J Inflamm Res. 2021 Dec 17;14:6959-6973. doi: 10.2147/JIR.S344002.

Redacción: Irene García

Supervisión editorial: Carlos Gutiérrez

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