¿Cómo influye la microbiota intestinal en nuestra salud cerebral?

¿Cómo influye la microbiota intestinal en nuestra salud cerebral?

La microbiota es el conjunto de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo. Esta microbiota ejerce una serie de funciones esenciales para nuestra salud, no solo del aparato digestivo, sino de todo el cuerpo, incluido el cerebro, por lo que cuidar nuestra microbiota nos puede ayudar a cuidar nuestra salud y evitar el envejecimiento cerebral.

Índice

¿Qué es la microbiota?

Nuestro organismo está habitado por millones de bacterias, arqueas, protozoos, hongos y virus que juntos forman la microbiota. Se estima que tenemos cerca de 13 bacterias por cada 10 células humanas, lo que significa que hay unos 100 billones de microbios simbióticos en cada persona.

Cada uno de estos microorganismos tiene sus propios genes. A su conjunto se le denomina microbioma. Como mamíferos tenemos unos 22.000 genes, pero se calcula que nuestros genes microbianos son varios millones.

Todos estos compañeros de viaje interactúan con nuestro cuerpo, estableciendo una increíble relación de simbiosis.

Cuando hablamos de microbiota, nos centramos en las bacterias porque son su componente mayoritario y mejor conocido. Se encuentran por todo el organismo, aunque es el intestino grueso donde tenemos la mayor cantidad (hasta el 95% del total, lo que conocemos vulgarmente como flora intestinal). No obstante, también existe una microbiota oral, vaginal y dermobiota.

Si las bacterias están fuera de su hábitat natural, pueden dejar de ejercer sus funciones beneficiosas y pasar a desencadenar situaciones patológicas. Algo similar ocurre con la cantidad de bacterias de cada especie que albergamos. Si existe un sobrecrecimiento de bacterias, estas también pueden pasar a ser un problema.

Hablamos de eubiosis cuando todo el ecosistema intestinal se encuentra en equilibrio, y de disbiosis si se da la situación contraria, presente en muchas patologías.

¿Qué funciones realizan las bacterias “amigas”?

1- Suministro de nutrientes esenciales. La microbiota es capaz de sintetizar algunas sustancias que nuestro organismo no puede producir por sí mismo, como los ácidos grasos de cadena corta y algunas vitaminas.

2- Sintetizar componentes con acción antimicrobiana, como las bacteriocinas, que son sustancias con acción bactericida y bacteriostática, o el ácido láctico.

3- Modular la respuesta del sistema inmune. Esta función nos permite estar protegidos frente a otros microorganismos patógenos.

4- Regular y estabilizar la integridad de la barrera intestinal, especialmente en los casos que se da un problema de hiperpermeabilidad.

El eje intestino-cerebro

La acción de nuestros microbios “amigos” va más allá del sistema inmunitario y tiene también su relación con el sistema nervioso. En los últimos tiempos, de hecho, se dice mucho que el intestino es nuestro segundo cerebro.

Y es que en nuestro intestino delgado, junto con el esófago y el estómago, hay presentes muchas más neuronas que en la médula espinal. Además, nuestro intestino y nuestro cerebro están conectados y establecen una comunicación bidireccional. Las que hacen posible la comunicación entre estos dos órganos son las sustancias que producen las bacterias, como citoquinas, ácidos grasos de cadena corta y otros metabolitos que viajan a través de una “carretera”, el nervio vago, además de a través de la sangre.

En el intestino también se fabrican neurotransmisores, como la serotonina, y, aunque no atraviese eficazmente la barrera hematoencefálica, tiene múltiples efectos a nivel local y paracrino: desarrollo y funcionamiento del corazón, saciedad, peristalsis, respuesta al estrés, desarrollo mamario, fertilidad…

Este eje intestino-cerebro está siendo estudiado por parte de la comunidad médica, que está dando pasos para descubrir la relación de la microbiota con algunas enfermedades como la enfermedad de Párkinson, el Alzheimer o con trastornos como el espectro autista (autismo). También la depresión y la ansiedad tienen mucho que ver con el estado de la microbiota intestinal.

Por lo tanto, cuidar nuestra microbiota intestinal es esencial para cuidar nuestro cerebro.

La microbiota y el envejecimiento cerebral

Un cerebro envejecido puede afectar negativamente al pensamiento, el aprendizaje y la memoria. Existen muchas formas de retrasar el envejecimiento cerebral, pero una fundamental es a través de la microbiota intestinal.

Un estudio realizado recientemente sugiere que una posible solución sería el trasplante de bacterias intestinales más jóvenes. En esta investigación, los ratones más viejos que recibieron trasplantes de bacterias intestinales de ratones más jóvenes mostraron habilidades de aprendizaje y memoria similares a las de los roedores más jóvenes. En otras palabras, el trasplante de bacterias intestinales pareció revertir parte del deterioro de su cerebro.

En el estudio, los investigadores trasplantaron las heces de roedores de 3 a 4 meses a los intestinos de ratones de 19 o 20 meses. En los seres humanos, esto equivale a trasplantar la caca de un joven de 18 años al cuerpo de uno de 70 años.

En los ratones viejos, las bacterias fecales trasplantadas aparentemente promovieron el crecimiento de la microbiota intestinal que se asemeja al microbioma de los ratones más jóvenes.

Luego, el equipo estudió cómo la memoria espacial de los ratones más viejos, recordando la información necesaria para planificar una ruta, cambió después del trasplante utilizando una prueba de laberinto de agua.

Los ratones más viejos con o sin un trasplante fecal se colocaron en un laberinto de agua donde necesitaban planificar y seguir un camino para llegar a una plataforma seca.

Los ratones más viejos que habían recibido el trasplante fecal encontraron la plataforma con mayor éxito que los ratones sin el trasplante. Esto indica que ciertas bacterias intestinales podrían influir en las funciones cognitivas que tienden a declinar con la edad, como la memoria.

Más tarde, los investigadores observaron los cerebros de los ratones más viejos para ver si las mejoras de comportamiento se reflejaban en su neurobiología; encontraron que el hipocampo de los ratones viejos, una región del cerebro asociada con la memoria, se parecía al de los ratones más jóvenes.

Para comprender las implicaciones de este estudio, es útil considerar el cerebro como un todo. Varias áreas del cerebro trabajan juntas para orquestar procesos cognitivos complejos, como la resolución de problemas, la memoria, el juicio y el lenguaje.

La corteza frontal del cerebro funciona como centro de control para gestionar el aprendizaje y el procesamiento de la memoria. Otra área del cerebro es el hipocampo que trabaja para formar y almacenar recuerdos. Ambas regiones se encogen con la edad.

El envejecimiento también viene con una disminución de la producción de mensajeros químicos en el cerebro conocidos como dopamina y serotonina. Estas son algunas de las muchas razones por las que los adultos mayores informan más problemas para recordar nombres, realizar múltiples tareas o recordar dónde dejaron sus llaves por última vez.

Todos tenemos un lapsus de memoria de vez en cuando, pero las personas con problemas frecuentes de memoria y pensamiento tienen un mayor riesgo de desarrollar demencia.

Este estudio es importante porque muestra el importante papel del microbioma en el envejecimiento.

Los resultados también se sincronizan con trabajos anteriores que muestran que el microbioma intestinal influye en el proceso de envejecimiento. Por ejemplo, un estudio encontró que las personas que viven hasta los 100 años tienen un microbioma intestinal distintivo que puede proteger contra las enfermedades e infecciones relacionadas con la edad.

Desglosar los matices de cómo las cepas bacterianas específicas ayudan a los microbiomas intestinales más viejos ayudará a largo plazo a crear tratamientos antienvejecimiento para las generaciones futuras.

Otros consejos para mejorar la salud cerebral y la microbiota

- Ritmos circadianos: no respetar nuestro ritmo circadiano afecta a la microbiota y viceversa, la disbiosis pueden interferir en la producción de algunos neurotransmisores esenciales para el sueño, como la melatonina. Es importante acostarnos todos los días a la misma hora y no muy tarde para dormir unas 7 horas diarias.

- Tóxicos ambientales: los metales pesados, los pesticidas, los químicos que nos rodean e incluso algunos aditivos alimentarios alteran la microbiota. Procura consumir alimentos frescos y naturales, mejor de cultivo ecológico, y evita los ultraprocesados.

- Estrés crónico: el estrés crónico hace que nuestro sistema inmunitario esté constantemente en alerta, lo que altera la microbiota y favorece la inflamación general. Intenta reducir el estrés, priorizar las tareas y realizar prácticas de relajación, respiración o meditación.

- Alimentación: nuestra microbiota depende en gran parte de nuestra alimentación, por lo que esta debe ser variada, rica en alimentos frescos y naturales y con fermentados o probióticos que mejoren la variedad de nuestra microbiota.

Diversos estudios también muestran que la restricción calórica tiene un impacto beneficioso sobre el microbioma. En un estudio en ratones, se comparó el efecto de la restricción calórica (RC) sobre el microbioma, el metaboloma fecal y el transcriptoma del colon de ratones machos adultos y viejos. La CR de por vida aumentó la diversidad microbiana y la relación Bacteroidetes/Firmicutes y previno los cambios relacionados con la edad en la microbiota, cambiándola a un perfil de metabolitos fecales y microbianos más jóvenes.

Los ratones viejos alimentados con CR se enriquecieron en las familias Rikenellaceae, S24-7 y Bacteroides. Los cambios en el microbioma que ocurren con la edad y la RC se iniciaron en el ciego y se modificaron aún más en el colon. La RC a corto plazo en ratones adultos tuvo un efecto menor en el microbioma, pero un efecto mayor en el transcriptoma de la mucosa del colon. Estos datos sugieren que la RC tiene un gran impacto en el estado fisiológico del sistema gastrointestinal, manteniéndolo en un estado más joven, lo que a su vez podría resultar en un microbioma más diverso y juvenil.

- Ejercicio físico: el ejercicio físico regular puede aumentar bacterias beneficiosas, como la Akkermansia (relacionada con el metabolismo y la pérdida de peso) o las bifidobacterias, y eliminar las malas. Es importante realizar ejercicio físico de manera regular, alternando actividades aeróbicas con otras de fuerza/entrenamiento para obtener los beneficios de ambos tipos de ejercicio.

- Socialización: mantener relación con muchas personas diferentes, incluso con animales, nos ayuda a tener una mcirobiota más variada y saludable. Contrariamente a lo que se pueda pensar, no es buena la esterilización excesiva, ya que nos impide el contacto con bacterias, tanto beneficiosas como perjudiciales, que fortalecen nuestro sistema inmunitario.

- Contacto con la naturaleza: la naturaleza nos ayuda a reducir el estrés y tener una microbiota más slaudable. Son muchos los estudios que muestran que vivir cerca de espacios verdes nos ayuda a vivir más y con más calidad.

- Sobremedicación: los fármacos, especialmente los antibióticos, destruyen muchas bacterias beneficiosas y alteran el equilibrio. Nunca debemos automedicarnos, especialmente con antibióticos ya que podemos aumentar el problema de la resistencia antimicrobiana, un verdadero problema de salud mundial.

- Psicobióticos: son probióticos humanos de IV generación formulados con cepas específicas que influyen en le cerebro. Son una herramienta terapéutica eficaz para actuar en el eje intestino-cerebro y mejorar nuestra salud cerebral y general. 

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Ideas clave

  • En nuestro cuerpo habita todo un microcosmos, un mundo invisible a nuestros ojos, pero vital para nuestra salud, formado por bacterias, arqueas, protozoos, hongos y virus al que llamamos microbiota. Cada uno de estos microorganismos tiene sus propios genes. A su conjunto se le denomina microbioma.
  • Esta microbiota ayuda a suministrar nutrientes esenciales, sintetizar componentes con acción antimicrobiana, modular la respuesta del sistema inmune o regular y estabilizar la integridad de la barrera intestinal.
  • La acción de nuestros microbios “amigos” va más allá del sistema inmunitario y tiene también su relación con el sistema nervioso. En los últimos tiempos, de hecho, se dice mucho que el intestino es nuestro segundo cerebro. Nuestro intestino y nuestro cerebro están conectados y establecen una comunicación bidireccional.
  • En el intestino también se fabrican neurotransmisores, como la serotonina, y, aunque no atraviese eficazmente la barrera hematoencefálica, tiene múltiples efectos a nivel local y paracrino: desarrollo y funcionamiento del corazón, saciedad, peristalsis, respuesta al estrés, desarrollo mamario, fertilidad…
  • Este eje intestino-cerebro está siendo estudiado por parte de la comunidad médica, que está dando pasos para descubrir la relación de la microbiota con algunas enfermedades como la enfermedad de Párkinson, el Alzheimer o con trastornos como el espectro autista (autismo). También la depresión y la ansiedad tienen mucho que ver con el estado de la microbiota intestinal.
  • Un cerebro envejecido puede afectar negativamente al pensamiento, el aprendizaje y la memoria. Existen muchas formas de retrasar el envejecimiento cerebral, pero una fundamental es a través de la microbiota intestinal.
  • El microbioma intestinal influye en el proceso de envejecimiento. Por ejemplo, un estudio encontró que las personas que viven hasta los 100 años tienen un microbioma intestinal distintivo que puede proteger contra las enfermedades e infecciones relacionadas con la edad.
  • Desglosar los matices de cómo las cepas bacterianas específicas ayudan a los microbiomas intestinales más viejos ayudará a largo plazo a crear tratamientos antienvejecimiento para las generaciones futuras.
  • Para cuidar la microbiota y la salud cerebral debemos respetar nuestros ritmos circadianos, evitar tóxicos ambientales, reducir el estrés, cuidar la alimentación, realizar ejercicio físico, socializar, tener contacto con la naturaleza, evitar la sobremedicación y recurrir a los psicobióticos. 

Enfermedades relacionadas

Fuente:

  • Microbiota. El micro mundo que llevamos dentro. Revista de divulgación elaborada por Nutribiótica SL.
 
  • Dras. Sari Arponen y Olalla Otero, expertas en microbiota.
 
  • Boehme, M., Guzzetta, K.E., Bastiaanssen, T.F.S. et al. Microbiota from young mice counteracts selective age-associated behavioral deficits. Nat Aging 1, 666–676 (2021). https://doi.org/10.1038/s43587-021-00093-9
 
  • Kurup K, Matyi S, Giles CB, Wren JD, Jones K, Ericsson A, Raftery D, Wang L, Promislow D, Richardson A, Unnikrishnan A. Calorie restriction prevents age-related changes in the intestinal microbiota. Aging (Albany NY). 2021 Mar 10;13(5):6298-6329. doi: 10.18632/aging.202753.

Redacción: Irene García

Supervisión editorial: Tomás Duraj

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